martes, 22 de diciembre de 2009

Dudas navideñas


Qué duda más desasosegante. En estas Fiestas no sé si decidirme por escuchar el mensaje del Señor De Borbón y Borbón, al que por primera vez le han concedido un espacio en la ETB, sumándose así a la red de cadenas de televisión “almendradas” en las que las que La Corona “vuelve, a casa vuelve, por Navidad”, o si decantarme por Telecinco y deleitarme con la Señora Belén Esteban dando las campanadas, más que nada por redimir mis culpas, ya que como en todo el año no le he dedicado ni un solo minuto a la “ilustre comunicadora”, acáso pueda resarcir mi injustificable indiferencia gracias a una indulgencia de las Pascuas y de paso, contribuyo a que no pase desapercibido el alicatado que se ha realizado la mujer.

Ya puestos, entre el “mantenido” y la “idolatrada”, también puedo no quedarme con ninguno y echarme un cigarrito en algún local, probablemente uno de los últimos, que el mismo Estado que me quita la vida lentamente a base de un subsidio de desempleo ruin, quiere devolverme la salud restringiéndome el alquitrán; lo que no tengo tan claro es si el que yo no deposite en mis pulmones, lo van a emplear en reparar la carretera que pasa frente a mi casa. Lo dudo, porque así, aunque protesten los restauradores por lo del tabaco, mantienen contentos y ocupados a los talleres de chapa y a las empresas funerarias, que no hay que echar más leña al descontento social. Además, no creo que un puñado de contribuyentes menos se noten demasiado en el dinero que detraen de todas las declaraciones para las corridas de toros, y si escasea, siempre le pueden pegar otra mordida al I+D y dedicársela al capotazo y descabello.

En fin, mira que quejarme cuando casi somos sede olímpica. Impagable la imagen de los líderes dando saltitos, lástima que no apareciese yo en la fotografía de los ciudadanos llorando por el fracaso final, que esa solidaridad patria siempre puede verse recompensada. No nos devolverán en Galicia la gratuidad de los libros de texto, habrá que seguir pagando por un servicio de Bomberos y agarraré un principio de pulmonía fumando en la calle (de eso ya había hablado, ¿no?, ¡es que tengo un vicio!), pero qué es eso comparado con el orgullo de vivir en un País en el que… que, que todas las desdichas se olvidan gracias al fútbol.

Ya, ya sé que en un mismo texto cohabitan por mi culpa de forma muy poco estética mi antimonarquismo, la fobia que me produce la drogadicción inducida del cotilleo (¿prohibirán también su consumo en locales cerrados?), mi adicción al tabaco, mi escasa empatía con el ensalzamiento del deporte, mi indignación por el estado del asfalto, mi rabia por las miserables prestaciones sociales, mi ira por la privatización de los servicios esenciales, mi irritación por la falsa gratuidad de la enseñanza pública, y mi repulsión por la tortura institucionalizada de animales. Pero como no cobro por escribir estoy en mi derecho de aferrarme al recurso del pataleo. El día que me paguen, encima les acusaré de querer comprarme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, Julio.
Muy bueno este último texto que has publicado, aparte de amalgamar todas unas verdades como catedrales en un sólo párrafo, me ha hecho sonreír con lo de la pataleta y sobre lo de que si cobraras les acusaras de querer comprarte. ¡Ya se echaba de menos una entrada nueva en La revolución pendiente!.
Saludos y un abrazo.