Rajoy,
no me sale el querido y el hola sobra, porque aunque tú no sepas quién soy hace
años que fastidias con los tuyos en mi vida. Ya, no ignoro que otros os
escogieron y que la democracia funciona así, pero supongo que me permitirás que
juegue un poco al teléfono escacharrado con ella después de que vosotros os
hayáis pasado por los Gürtel no sólo decisiones o deseos de la mayoría de los
ciudadanos, sino y sobre todo su bienestar, y no hablo de lujos, lo hago del
derecho al trabajo, a la vivienda, a la educación, a la sanidad o a la libertad
de expresión.
Mariano,
sabes cercano tu fin político y el declive de vuestra marca, esa que habéis
paseado grapada a España para nuestra vergüenza y asco, pero tú, tus ministros,
tus alcaldes, tus concejales, tus secretarios y toda una cohorte de lacayos de
la que eres soldado mayor habéis ejercido fielmente de mozos de espuelas de
vuestros caballeros, ellos montados en la banca y en las grandes empresas y
vosotros en el sobre, mientras el pueblo, desangrándose, os escuchaba jurar que
España y los españoles jamás estuvieron mejor.
No
voy a detallar aquí cada engaño, cada trapicheo, cada injusticia y cada crimen,
sí, crimen aunque no esté tipificado (delitos unos cuantos), que habéis
cometido, basta con tirar de hemeroteca, empezando por la de ayer, para leer
cada día, de cada semana, de cada mes, de cada año y en cada lugar donde habéis
gobernado cómo la corrupción material y moral han sido los pilares sobre los
que realmente jurasteis (en bajo) los cargos. Aunque tú nos enseñarás las
páginas de La Razón mientras mandáis a la incineradora los papeles que a toda
prisa hicisteis pedazos en las trituradoras, pero olvidas dos cosas: que es
mucho más digno tener enfrente a Francisco Marhuenda como fiscal que al lado
como abogado, y que la memoria no se puede triturar. Ni la histórica ni la contemporánea.
Me
parecéis tan merecedores de ser devaluados políticamente como la Educación al
Ministro de esa área que nos endilgasteis, Jose Ignacio Wert, cuando sentenció
que “pensar que el éxito educativo depende de los recursos es equivocado”. Y tijeretazo que te crió.
M
repugnáis tanto como la igualdad laboral entre mujer y hombre al que fue hasta
hace muy poco alcalde de Valladolid por el PP, León de la Riva, cuando explicó
que “no creo en paridades, me parecen paridas”.
Os
desprecio tanto, lo reconozco, como el portavoz electoral del PP Pablo Casado a
los asesinados por el régimen franquista y a sus familiares, cuando aseguró que
“los de izquierdas son unos carcas, todo el día con la fosa de no sé quién”.
Me
cachondeo de vuestro miedo y rabia actuales, es verdad, tanto como el diputado
del PP en las Corts Valencianas Rubén Ibáñez del hambre infantil, cuando en un
debate hablando sobre ese tema dijo: “ahora saco el pañuelo y lloro”.
Pero
no, no os deseo la muerte como lo hizo para algunos arquitectos Esperanza
Aguirre cuando se le oyó decir “habría que matarlos. ¿Tú sabes por qué habría
que poner pena de muerte? Me caen mal los arquitectos porque sus crímenes
perduran más allá de su propia vida”. La marquesa no sabía que el micrófono
permanecía abierto.
Hoy
gimotean los banqueros, los grandes constructores, Rita Barberá y unos cuantos
más porque en muchos lugares de España, o sea, del que habéis creído un cortijo
particular, algunos de ellos emblemáticos de vuestro poder, la gaviota deja al
fin de defecarnos encima a los de siempre, mientras nos contáis que no eran
excrementos sino maná y que la próxima legislatura 20 millones de puestos de
trabajo. Sabemos que a la vuelta de unos meses muchos seguiréis en los
parlamentos y unos cuantos estaréis bien colocados en puestos con salarios
insultantes, designados por el dedazo de los caballeros a los que tan bien
servisteis (excepto Floriano que le veo en el Club de la Comedia), pero
tendremos la inmensa satisfacción de que su potestad será menor, que vuestros
embustes los soltaréis desde la oposición y que la vergüenza y el desdén serán
la consideración que merezcáis por el legado de dolor que habéis dejado.
Es
cierto que en la herencia inmediata, entre otras cosas, también nos queda
vuestra Ley Mordaza, pensada por ejemplo para que no pueda describir (sin
castigo) a la Corona llamándola por lo que es: Institución de implantación
dictatorial y entidad de corte fascista, inútil, molesta, cara y más ridícula
que tú, Mariano Rajoy, dándote en campaña un paseíto en bicicleta con la
corbata.
Pero
sabes para qué va a servir esa mordaza, ¿verdad?, desde luego que no para
hacernos callar, y sí para dibujar sobre ella un smile al veros marchar. Felipe
VI included.
Chao.
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