viernes, 15 de febrero de 2008

El Ayer y el Hoy de una misma Realidad

¿Qué es lo que impulsa a las personas, generalizando, por supuesto, a mostrar actitudes más conservadoras a medida que cumplen años?. Es muy normal que aquellos jóvenes que ayer defendían posturas progresistas, que hablaban de igualdad, de justicia, incluso de revolución, que creían que en el mundo había un reparto muy desigual tanto de beneficios como de miserias, que se preocupaban por la degradación de la Naturaleza, que colgaban en la pared de su cuarto fotos de soldados muriendo y preguntándose, ¿por qué?, o de civiles respondiendo con flores a la amenaza de las armas, que aquellos jóvenes que ayer identificaban poder excesivo con opresión y riqueza desorbitada con explotación, hoy, digan que no hay desigualdad, sinó quien trabaja y quien no lo hace; que no hay injusticia, sinó quien cumple la ley y quien la burla; que no hay crímenes ecológicos, sinó el precio que merece la pena pagar por vivir en una "sociedad de bienestar"; que no hablen de invasiones, sinó de intervenciones necesarias para derribar gobiernos totalitarios.


Aquellos jóvenes, hoy, entre consejo y bronca, sonríen al contemplar a sus hijos enarbolando estandartes revolucionarios, porque se ven a sí mismos unos lustros atrás y saben que eso es una enfermedad cuyos síntomas acaban desapareciendo y que no deja secuelas. ¿Cuál es el motivo de semejante transformación?, ¿tal vez un proceso de domesticación?, ¿la ambición, la cobardía, el desengaño?. Puede que todo eso y más contribuya a hacer un auto de fe con los valores que de adolescentes creíamos sagrados e inamovibles pero, la realidad es que por mucho que los enterremos, tratemos de olvidarlos o los critiquemos con el paso de los años, en este Mundo hay cada día mayores desigualdades, gente muriendo de hambre o enfermedades que podrían solucionarse con una mínima solidaridad de los gobiernos de los países más ricos, hay guerras que cuestan miles de vidas sólo por motivos económicos y comerciales por mucho que traten de justificarlas, hay persecuciones y violaciones de derechos y las víctimas, son los parias de siempre, los eternos perdedores; hay todo tipo de injusticias mientras unos cuantos obtienen beneficios inmensos de tales situaciones; cada día el Planeta nos da muestras de las consecuencias de las agresiones medioambientales que sufre; cada día, tenemos más motivos para desenterrar aquellas inquietudes, aquellos deseos, aquel afán de lucha que durante una parte de nuestra existencia mostramos y dejar que ese espíritu aliente nuestros actos.


Ayer teníamos la fortaleza, el coraje y la confianza que dan la juventud, hoy tenemos la experiencia, el conocimiento y la certeza de las consecuencias de tanta sinrazón, por ello, no permitamos que la edad nos convierta en seres egoístas e insolidarios y demos a nuestros hijos ejemplo, pero no de cómo ser más que nadie o cómo atesorar poder y riqueza, sinó de cómo ayudar y colaborar por el bien común y démosles la capacidad de ver en nosotros la utilidad de un pensamiento liberal, tolerante y progresista, de otro modo, hoy seremos los adultos mezquinos, inmovilistas y conservadores que tanto nos repugnaban ayer.

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