sábado, 22 de marzo de 2008

¿Cambiar el Mundo?


He superado la mitad de mi esperanza de vida según la estadística y cada día, entre mis quehaceres, me sigo marcando el mismo propósito: cambiar el mundo. Participo en actos contra la especulación, a favor del acceso a una vivienda asequible, por la mejora de la sanidad pública, por una educación gratuita de alto nivel, en contra de la explotación laboral, por la igualdad de derechos para todas las opciones sexuales, por la integración completa de los inmigrantes, contra el deterioro del medio ambiente, contra cualquier tipo de maltrato o tortura a los animales, les hablo a mis hijos de solidaridad, de generosidad, de ayudar a los más débiles, practico la cadena de favores, rechazo el "piensa mal y acertarás", defiendo la libertad de expresión, escribo cartas que muy pocas veces se publican porque atentan contra ciertos intereses... Y cada noche me acuesto con la sensación de que es una lucha perdida, de que esta sociedad es egoísta, ambiciosa, recelosa e intolerante y que transmitimos sin pudor esos valores.

Sin embargo, de vez en cuando leo un artículo sobre alguien encarcelado por defender los derechos humanos, sobre misioneros asesinados, sobre médicos contagiados trabajando sin medios en las zonas más pobres del Planeta, sobre jóvenes encadenados ante una plaza de toros o sobre periodistas caídos por querer ofrecer al mundo noticias que nos hablan de injusticias, de crueldad, de guerras, de hambre, de desolación. Entonces, siento que mi desánimo, es una ofensa hacia aquellos que dejan su vida por pretender salvar las de otros a los que ni conocen, ni mucho menos podrán pagarles en modo alguno.

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