sábado, 10 de mayo de 2008

Las diferentes caras del Terrorismo










Cuando de lograr un bien común se trata, el fracaso de unos cuantos ha de significar necesariamente la tristeza y el perjuicio de todos, de todos los bien nacidos al menos, entendiéndose por bien nacido aquel que no mantiene una actitud carroñera y no espera obtener rentabilidad del quebranto de esfuerzos ajenos.

Durante la pasada legislatura, el Partido Popular, desde el inicio de las gestiones por parte del PSOE con el objetivo de lograr el fin del terrorismo, fue poniendo trampas en el camino, hizo cuanto estaba en su mano por destruir el trabajo orientado a conseguir la Paz por temor a que otros obtuviesen el triunfo que ellos en su día también persiguieron. La gran diferencia es que en aquel entonces, el Grupo Conservador recibió el apoyo de la Oposición porque ésta, consideró mucho más importante alcanzar el fin de la violencia que cosechar réditos políticos. Pero ni por respeto ni por afán de acabar con el terror, no hubo razones que alentaran al PP para colaborar en el bien común y si un resentimiento infinito por haber perdido las elecciones de 2.004, así como una ambición por recuperar el poder por encima de cualquier otra consideración.

El Partido Socialista, tras el mérito que supuso su trabajo sincero y su profundo esfuerzo por lograr la Paz, cayó también durante todo ese tiempo en uno de sus errores repetidos, el miedo; miedo ante la actitud amenazante de la derecha, temor para seguir adelante con los pasos lógicos y legales, decididos con la legitimidad que conlleva el haber sido depositarios de la confianza para gestionar por parte de los ciudadanos; un desasosiego que no padeció en su día el Partido Popular, puesto que trató de llevar a cabo cuando gobernaba lo mismo que durante todo ese tiempo exigió al PSOE que no hiciese. Y es que a muchos nos daba la impresión durante el recién terminado periodo de Gobierno, que Mariano Rajoy y su Equipo jamás asumieron su papel como Grupo Político con alta representación pero sin atribuciones para poder legislar.

Llegó entonces el atentado de Barajas y el PP se creció, utilizando tan dolorosa tragedia para hacer sangre una vez más del Gobierno. Las zancadillas puestas por los Populares y sus adláteres durante todo el tiempo en el que el Sr. Zapatero y sus colaboradores estuvieron empeñados en la dificultosa y loable labor de convertir el terrorismo en historia a través de la negociación y la palabra, no fueron las que echaron por tierra aquel digno intento de alcanzar la Paz, sinó que lo hizo la bomba puesta por los criminales, la misma que reventó la vida de dos personas y la esperanza de otras muchas; pero lo cierto es que el Partido Popular, lejos de ofrecer su apoyo al PSOE como éste había hecho antes y de anteponer el bien común a sus intereses de Partido, trató de hundirlo en el amargo fracaso obtenido queriendo aparecer como profeta y redentor ante la opinión pública; pero eso si, silenció el trabajo policial realizado por los socialistas antes, durante y después del intento de diálogo con ETA y que culminó y lo sigue haciendo en no pocas detenciones.

Luego vino la campaña electoral y en los sótanos de Génova, al mismo tiempo que era bautizada una niña protagonista de un cuento de hadas, era confirmado un viejo conocido de todos: el vandalismo político, consistente en convertir el rechazo de la sociedad a las muertes en un arma para hacerse con ese Poder que una vez más, la voluntad popular decidió otorgar a otros. Coincidiendo casi con las elecciones los terroristas han vuelto a sembrar destrucción y sufrimiento, mostrando cuán difícil es hallar el camino idóneo y definitivo para detener a los que hasta ahora sólo saben usar la violencia como argumento.

De estos, de los asesinos, poco podemos esperar, como no sea un debilitamiento basado en actuaciones policiales, ayudado por el rechazo mayoritario del Pueblo a sus actos y tal vez, porqué no, también por un cambio en su estructura interna que permita que la Organización terrorista sea más proclive al diálogo y a utilizar cauces democráticos para exponer y negociar sus demandas. Pero cuando se trata de un Partido Político parece una exigencia lícita el pedirle una actitud respetuosa y la colaboración o al menos, el no entorpecimiento de la gestión del Gobierno en este aspecto. Sin embargo, esta Formación conservadora no es capaz de renunciar a su estrategia mezquina; la rama más fundamentalista del PP apoyada por sus habituales fuerzas de choque: La COPE con Jiménez Losantos como abanderado en su intento de emponzoñar y enfrentar aún a costa de la mentira llevada a extremos grotescos, Libertad Digital, la AVT y demás, continúan por sus derroteros y es tal la ambición del PP por gobernar y tan grande su rencor por haber perdido las elecciones una vez más, que atendiendo a las declaraciones de algunos de estos personajes en las últimas horas, no cabe duda de que nos esperan otros cuatro años de ver como la gaviota popular, transformada en zopilote, sigue metiendo su cuello pelado en la carroña y buscando en el saqueo moral la credibilidad que no ha logrado obtener en las urnas.


Seguiremos desayunando cada día con periodistas y cenando con políticos que tratarán de convencernos de que el Sr. Zapatero cuando sale de La Moncloa se enfunda un capuchón y planea atentados. Yo sólo espero que la táctica ruin, interesada y fascistoide que emplea el Partido Popular como línea principal de su labor de oposición, así como los esperpénticos argumentos y miserables conclusiones con las que ciertos individuos tratan de intoxicar desde algunos medios y asociaciones, sirvan para afianzar y unir a los verdaderos demócratas en la lucha contra todo tipo de terrorismo, tanto el de las armas como el dialéctico, porque bienvenida sea la palabra expresada para rebatir, protestar o trasladar una demanda, pero sólo cuando se basa en verdades y no en falacias utilizadas con el único deseo de medrar aún a costa de engañar a toda una Sociedad con pleno conocimiento de estar haciéndolo.



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