¿Y a mí que sigue sin darme lástima el Sr. Rajoy?. A la gaviota del Partido Popular le han crecido unas palas y se ha convertido en otro helicóptero como aquel de Móstoles, con la diferencia de que en este caso el piloto no se las ha de ver con un exceso de peso al despegue, sinó que lo que hay es una verdadera batalla dentro de la aeronave por ver quién coge los mandos mientras el todavía líder, asiste desconcertado y asustado al prólogo de su caída, ya que a buen seguro, de tal forcejeo resultará inevitablemente el accidente y Mariano tendrá que salir de Génova con la misma cara pálida con la que surgió del interior de aquel autogiro siniestrado.
Decía, Sr. Rajoy, que no me conmueve lo que le está ocurriendo, ni aunque a mi alrededor escuche a algunos de los que le votaron hace pocas semanas decir que es Vd. un “rojo”. Pudo haber formado parte de alguna ONG, o integrarse en algún Partido en el que fuesen más importantes los votantes que los votos, trabajar dentro de una formación que defendiese la igualdad, la libertad y el servicio a los ciudadanos comenzando por donde hay que hacerlo, dando el ejemplo dentro de la propia organización; sin embargo, aupado por el mismo que probablemente ahora va a silbar mirando hacia otro lado mientras Vd. da con su barba en el suelo, eligió dedicarse a defender los principios del Partido Popular sin adivinar que acabaría devorado por los mismos postulados que amparaba. Y es que no se puede tender la mano a Leonardo Boff y pretender optar al Papado; aprenda algo de su admirado y hasta ayer admirador - mañana ya veremos - el Sr. Rouco Varela.
Está inmerso de un proceso de linchamiento y las apuestas no le favorecen. Pero a la vuelta de una esquina, con las cámaras para recoger cada detalle de la batalla no le esperaban sus enemigos – conocidos - de siempre; no eran socialistas, ni comunistas, ni inmigrantes, ni homosexuales, ni tan siquiera la gran mayoría, los oprimidos y explotados por el sistema capitalista, los que aguardaban agazapados para abalanzarse sobre Vd. con la intención de dejarle fuera de escena, sinó que eran sus amigos, sus pares, sus iguales, sus juventudes y senectudes populares, las mismas que le arroparon en Marzo, las que ahora le dicen que si ayer era un referente, ahora es un pelele mediocre y acáso traidor. ¿Y qué quiere?, ¿piedad, complicidad, ayuda, comprensión?. No nos pida que nos apiademos por el ataque de aquello que ha defendido hasta ahora con tanto ahínco Sr. Rajoy, porque Vd. ha liderado un Partido Político basado en una visión conservadora, inmovilista, reaccionaria, jerarquizada y elitista de la Sociedad y le creo con la honestidad suficiente como para admitir que ha comulgado con todos esos principios y que ha tratado de trasladarlos a la gestión de este País, aunque no haya podido hacerlo tras el resultado adverso obtenido en las elecciones.
Vd., como otros tantos, se irá probablemente a la Empresa privada; está claro que no le van a pagar las sumas millonarias que recibe su antiguo mentor, el Sr. Aznar, por sus soflamas tan bochornosas como inútiles ante cientos de comensales-piraña nadando en la corriente neocon, porque Vd. no ha sido Presidente, así que su verborrea, igual de pobre que la de su antecesor aunque algo más comedida en los últimos tiempos, le servirá al menos para cerrar tratos y negocios con aquellos que antes que profesionales, prefieren rostros conocidos y probados adalides de la Plutocracia como imagen de su producto. Y es que ya se sabe, si José María cobra de Rupert Murdoch y Eduardo Zaplana lo hace de Telefónica, ¿por qué no va a cobrar Vd. de alguna gran constructora?, además, siendo cómo es registrador de la propiedad ya tiene más puntos a favor que el Sr. Aznar, que posee las mismas nociones de periodismo que El Pocero de viviendas sociales.
La derecha más furibunda integrada en el Partido Popular, la mayor parte de sus afiliados y simpatizantes probablemente, le acusan de escorarse de forma clara a la izquierda por enfrentarse y casi despreciar a San Gil, Acebes, Aguirre y demás baluartes de los principios de un Grupo Político anclado en la intolerancia, en la utilización del poder para favorecer intereses privados, en el sometimiento y la explotación de las clases más desprotegidas y en el recorte de libertades y opciones personales apartadas de las tradicionales, para sin embargo arrimarse al Sr. Gallardon, otro apestado dentro de la ideología popular. Pero lo cierto es que tanto Vd., como el Alcalde de Madrid o el Sr. Fraga, ni son de izquierdas, ni son aperturistas, ni tienen inquietudes sociales, ni defienden a los más desfavorecidos, ni tampoco apoyan un reparto más justo o la mejora y ampliación de servicios públicos asequibles e idóneos para todos los ciudadanos, sinó que representan la misma política que los que hoy le apuñalan aunque hayan optado por ponerse la chaqueta de pana y quieran practicar un populismo que no deja de ser popular.
No me da lástima Sr. Rajoy y prefiero reservar mis fuerzas para plantarle cara a su sucesor, que va a venir con las mismas ideas que Vd. pero va a tratar de disimularlas menos.
martes, 1 de julio de 2008
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