jueves, 4 de noviembre de 2010

Berlusconi y León de la Riva

Valga como protagonista de una película surrealista o personaje de una novela esperpéntica, pero como Primer Ministro de un País no, por favor. No puedo creerme que un sujeto de la calaña de Silvio Berlusconi ostente tan alto cargo. Ya, ya sé que la democracia es precisamente eso: que cualquiera pueda presentarse para un puesto electo y que cada ciudadano escoja a quien le venga en gana. Sin embargo, al igual que existen causas que imposibilitan ocupar plazas en la función pública, entiendo que tendría que haber razones excluyentes para desempeñar la de mandatario de una Nación, entre ellas las conductas fascistoides, machistas y homófobas.

Sin embargo, reconozco que poco le podemos reprochar a Italia por preservar a un dignatario cuya última perla es afirmar que: “mejor que te gusten las chicas guapas que ser gay”, cuando aquí, en España, continúa al frente de un Consistorio un alcalde como el de Valladolid, el “Señor” León de la Riva, que sí reúne un buen número de requisitos como para figurar al frente de un Ayuntamiento al más puro estilo franquista, pero no al de uno, dicen, democrático.

La verdad es que nada constructivo me esperaba ya de un hombre con tal facilidad para meter la tijera en gastos sociales y culturales y en cambio, demostrar una fijación con la defensa de un espectáculo cruel y degradante como las corridas de toros, sin reparar en lo éstas impliquen de sangría para el presupuesto municipal. Pero es que su última “machada” supera lo imaginable. No en él, que no hace más que mostrar un patrón de comportamiento acorde con el caudillismo totalitario, falocentrista y reaccionario que representa, sino en las nulas consecuencias que su indigno proceder le ha supuesto. Cada minuto que siga detentando el poder, es un minuto más de ignominia para la sociedad y para este pretendido régimen de libertades en el que vivimos.

Imagino que nada mejor se puede aguardar de quien milita en las mismas filas que Esperanza Aguirre, simbolizando, como ella, la tendencia más radical de su Partido. Así, si la baronesa del PP – también compulsivamente taurina, qué casualidad – defiende a ejemplares como Jesús Neira o Sánchez Dragó, no es extraño que este hombre sueñe con felaciones practicadas por mujeres que en su concepto misógino, son inválidas para la política pero idóneas para alimentar sus fantasías. Por mí, como si le rinde un homenaje diario a Onán pensando en Carmen Polo, pero no comprendo cómo después de lo ocurrido, “aquí no pasa nada”. Si a este interfecto los labios de Leire Pajín le excitan la líbido, a mí su presencia lo que me estimula es el diafragma produciéndome unas profundas nauseas, una reacción lógica cuando compruebo que en España, ser machista, chulo, maleducado y tener mala baba, no está reñido con ser un regidor.

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