Dos reflexiones vertidas por Benedicto XVI durante su estancia en Santiago de Compostela: “Me preocupa un movimiento laicista, anticlerical y agresivamente secularista existente en España equiparable al de los años 30” – los previos a la Guerra Civil -. Y: “Europa debe abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo”.
¿No alimenta, acaso, el segundo, el espíritu que niega el primero? El ser humano se puede acercar a la religión por diversas razones: la fe, nada que objetar en este caso. La desesperanza, situación que conviene y mucho a ciertos poderes para distraer conciencias, amansar voluntades y entretener con quimeras futuras a quienes de otro modo les resultaría insoportable el presente. Y al fin, el miedo, un arma que la Iglesia oficial –que nada tiene que ver con esa otra que tantas heridas restaña en el Planeta – ha manejado con maestría a lo largo de muchos siglos.
Las palabras de este Papa cuya visita se nos ha vendido como un “regalo” – caro, muy caro nos ha salido el invitado – a mi entender llevan una carga muy explícita de esa estrategia tan usual en los totalitarismo en la que son “o ellos o el caos”. No creo, sin embargo, que el ateísmo nos convierta en Sodoma y Gomorra, al contrario, lo entiendo como una decisión libre producto de la reflexión mediante un análisis a la luz de la razón y no de un oscurantismo secular.
He leído también duras críticas hacia Rodríguez Zapatero por no asistir a la misa con el Jefe del Estado Vaticano en España. Si no recuerdo mal, esa misma Constitución que no dudan en blandir los que nos hacen comulgar con realidades mucho más anchas que nuestras gargantas, es la que nos declara como una Nación con libertad de culto – lo que incluye no profesar ninguno – y una Ley Orgánica dictamina que “Ninguna religión tendrá carácter estatal”, lo que supongo también afecta al Presidente. ¿O no?
El día que se le dedique la milésima parte de espacio en los medios de comunicación o de dinero público a curas como los de la Parroquia en San Carlos Borromeo en Madrid, por citar un ejemplo de religiosos que anteponen el amor al prójimo a un proselitismo interesado y domesticador, empezaré a creer que esta Sociedad avanza realmente. Mientras tanto, seguiré contemplando con tristeza como se adula al poderoso y cómo se critica a quienes se niegan a identificarse con el papel de borregos dentro de un redil.
Y no olvidemos que la Guerra Civil, fue secundada en buena parte por el clero. A los otros, los religiosos contrarios al fascismo, ya se encargó el Caudillo de eliminarlos. Sí, lleva razón el Papa, hay similitudes, aunque no en el sentido que él pretende.
No hay comentarios:
Publicar un comentario