martes, 9 de septiembre de 2008

Mariano Rajoy, un hombre sin heridas ni memoria

Así Sr. Rajoy que a la vista de la decisión del Sr. Garzón de elaborar un censo de desparecidos a manos del Régimen golpista de Franco Vd. declara que no es partidario de reabrir viejas heridas. La pregunta es: ¿estaban cerradas?. Tal vez sí para Vd. y los suyos, no sé si porque jamás las consideraron como tales y las denominan, ahora que está tan de moda, “daños colaterales” o porque teme que la sangre que todavía mana de ellas salpique a nombres muy familiares.

Tal vez para Vd. no sea importante lo que ocurrió hace setenta años y que se prolongó durante bastante tiempo, pero para algunos sí lo es, quizás porque tienen un criterio muy diferente al del Sr. Aznar, que en su escala de valores para definir lo que él considera el hecho más relevante acaecido en este País se remonta a dos siglos atrás y lo sitúa en su apoyo a una invasión y a un conflicto bélico que sigue generando espantosas matanzas . Esta situación, la de los miles de personas que fueron asesinadas y enterradas de forma anónima hacinadas en fosas perdidas también comenzó con una guerra y qué quiere que le diga, me quedo con la fotografía de cientos de huesos desencajados y polvorientos en el fondo de un hoyo y con una anciana llorando en el borde del mismo, antes que con la imagen del Trío de las Azores. La primera, la de las víctimas, nos habla de derechos, de justicia, de humanidad y de heroísmo, la segunda, la de los verdugos, de ambición, de locura, de crueldad y de totalitarismo.

¿De qué tiene miedo Sr. Rajoy?. Esclarecer unos hechos tan trágicos - y eso empieza por poner nombre y emplazamiento a los ajusticiados - por encima de un deseo es un deber que no admite más demora en un Estado de Derecho. Hace muchos, muchos años que se tenía que haber llevado a cabo y aún ahora, que comienza a realizarse lo hace de una forma demasiado tímida, demasiado cobarde, anticipando que no se buscan culpables cuando para ser un proceso de reconocimiento digno tendría que incluir a lado de cada muerto el nombre de quien ordenó su ejecución y el motivo de la misma.

No serán sus heridas pero son las de muchos muertos, las de un buen número de represaliados que todavía permanecen vivos y las de otros que perdieron a sus seres más queridos. Sus palabras, mezquinas y partidistas, son una afrenta contra todos ellos y debería de darle vergüenza pronunciarlas y más cuando su intención es convertirse en Presidente de este País. ¿A quién representa Vd.?, ¿al bando de los vencedores?, ¿a los verdugos?, si es así entonces no tiene derecho a pretender estar al servicio de todos los españoles y si su deseo sincero es trabajar por todos ellos, cállese, reflexione y tenga la decencia de respetar el dolor y el recuerdo de aquellos que murieron por defender la libertad y a un Gobierno democrático elegido en las urnas y también el de sus deudos.

Una situación que tuvo como resultado tanto sufrimiento, tantos atropellos, tanto sometimiento y represión, que significó que innumerables familias viesen salir de su hogar arrastrados por la fuerza a varios de sus miembros y que jamás volviesen a saber de ellos; que viudas, huérfanos y padres sin hijos tuvieran que vivir con la ausencia de alguien a quien amaban y por si fuera poco, con la condena día tras día, año tras año, de no poder expresar su dolor ni de reclamar justicia, de tener que estar a los dictados enfermos de aquellos miserables que acabaron con la vida que quien más querían, inmersos en una Sociedad en la que el miedo era un arma al servicio del Poder, siempre con el temor de ser objeto de revanchismos, de venganzas, de envidias, padeciendo hambre, enfermedades y miseria, mientras poco a poco, se iban descarnando en una fosa los huesos de aquellos a los que lloraban y que les arrebataron para siempre; una situación que ha generado toda esa angustia interminable no merece ni olvido ni el perdón para sus causantes. No hay ley del cincuenta por ciento que valga porque la actitud exterminadora y represiva fue originada, empleada y mantenida sólo por una de las partes, la misma que se alzó contra la voluntad de la inmensa mayoría de los españoles, la misma que se autoerigió en dueña de las vidas de todos aquellos que no les secundaron en su sangrienta cruzada y sólo ese bando, el llamado nacional, es el culpable de tantos años de horror y opresión.

Yo no tengo muertos cercanos durante aquel periodo pero sí a un abuelo encarcelado por la justicia criminal de Franco, condenado a muerte en un principio y conmutada después dicha pena, a una abuela, su esposa, a la que un guardia le destrozó un pie de un culatazo por considerar que se acercaba demasiado a su marido durante una visita; tengo a mi otro abuelo en el lado contrario, convertido en Comisario de barrio y que aprovechó tan siniestro nombramiento para dar rienda suelta a todos sus odios y a sus más bajos instintos, que causó daño y muchas personas fueron víctimas de sus actuaciones rastreras. Como nieto de ambos, de aquel que padeció prisión, al que le decían muchas noches que a la mañana siguiente sería él uno de los ejecutados para aumentar su tortura y del otro que sirvió al Régimen de un asesino convertido en Caudillo, me niego a que sean relegados al olvido la angustia de uno y la perversidad del otro. Y Vd., Sr. Rajoy, no tiene el menor derecho a negarnos ni a mí ni a los miles de ciudadanos que así lo reclaman el poner nombre a las víctimas, el que sus restos sean localizados, identificados y depositados allí donde sus familiares lo decidan, así como a divulgar nombres, hechos y circunstancias acerca de los responsables de un periodo siniestro que comenzó hace setenta años y que todavía perdura. Porque sí, aún permanece abierto y seguirá así hasta el día en el que nadie pase horas y horas en las inmediaciones de una fosa con la esperanza de encontrar los huesos de aquel cuya fotografía sostiene en su mano, no terminará hasta que no haya nadie a quien practicar pruebas de adn, no finalizará hasta el día en que no acuda nadie a homenajes como el celebrado en Rivas Vaciamadrid al que llegaron autocares de toda España repletos de ancianos, muchos de ellos mutilados. En ese momento, cuando el recuerdo del sufrimiento padecido no habite en ningún vivo y cuando nadie continúe buscando dónde está enterrado un ser querido, entonces dejará de tener sentido recuperar la memoria histórica pero hasta entonces, es una obligación ineludible para quien tiene la capacidad y la autoridad para hacerlo. Lástima que esta iniciativa nazca tan pobre, tan escasa en sus objetivos, tan parcial, tan poco reparadora y sobre todo, con tanto miedo a arrojar luz en todos y cada uno de los aspectos de lo ocurrido, tal vez sea porque el silencio y el oscurantismo siguen siendo compañeros de viaje en una democracia que tiene mucho más de forma que de fondo.

Y no se preocupe Sr. Rajoy, que a Vd. nadie le va a pedir que lo haga, entre otras razones porque es de sobra conocido su desprecio por todo este asunto y la consiguiente indiferencia que siente hacia las víctimas de la represión franquista, pero haga el favor de callarse ya que no le asiste el derecho de negar la justicia que otros demandan. Está Vd. molestando y haciendo daño con esa soberbia, dogmatismo e ignorancia cuando asegura que esto es un asunto cerrado que nadie le importa ya. Ya sabemos que en el PP es un tema a evitar, algo muy lógico conociendo su ideología y la procedencia de buena parte de sus activos humanos, pero para aquellos que por encima de oportunismos o disciplinas de Partido están los sentimientos, la Justicia y la Verdad, es una herida abierta y de la que sigue brotando sangre roja.

2 comentarios:

Pitiminí dijo...

NUEVAMENTE ME HA GUSTADO MUCHO TU ARTÍCULO DE ESTE OTRO BLOG QUE HE ENCONTRADO TUYO. MIS PADRES SI TIENEN MUERTOS DE LA GUERRA SIN SABER DONDE ESTÁN, PERO CLARO, AL SR. RAJOY YA NO LE IMPORTA ESO, PORQUE EL, COMO TU BIEN DICES NO TIENE MEMORIA MAS QUE PARA LO QUE LE INTERESA. SE LE HA BORRADO DEL DISCO DURO LA MATANZA DE AQUELLA GUERRA, EL 11-M...TODOS LO QUE LE HACE SUBIR LOS COLORES A EL O A SU AMIGUITO AZNAR. AHORA BIEN? LE IMPORTARÍA SI LA MATANZA LA HUBIERA HECHO EL BANDO CONTRARIO?

Helena dijo...

Mi abuelo era un niño durante la guerra. Mucho tuvo que padecer a manos del miserable ejército del Caudillo cuando sólo pretendía atravesar el monte a diario para llevar cargas de comida o leña, y así recibir un "jornal" para su familia. Mucho tuvo que tragar, entre amenzas y vejaciones, siendo tan sólo un niño, con un rifle en su cabeza en más de una ocasión porque pensaban que era hijo de un maqui.
Más tarde, siendo ya un adulto precoz, le esperaban la Iglesia y la Guardia Civil para hacerle la vida imposible a él, a mi abuela, y a mi madre recién nacida.

A mí no se me borra esto.